El atalaya debía hacer sonar su shofar en presencia del peligro |
En los primeros 20 versículos de este capítulo podemos ver lo siguiente:
Los pueblos toman un hombre de los suyos y lo ponen como atalaya o centinela o vigía.
Lo hacen responsable de cumplir con su función de advertir del peligro.
Si da la alerta de peligro, salvará su alma.
Si no la da, la sangre de los muertos recaerá
sobre él.
Dios
llamó al profeta Ezequiel como atalaya.
¿Cuál
es el mensaje de Dios a los impíos (malos)?:
“El impío, ciertamente morirá”.
El
profeta es responsable de publicar este mensaje al pueblo.
Situación
de la casa de Israel:
Unos reconocen su pecado, ven que se están
consumiendo por ello y se preguntan ¿cómo, pues, podremos vivir?
Dios
responde que no se complace en la muerte de los impíos sino que se complace en
que se vuelvan a Él. Dios dará vida
a los que se convierten de sus malos caminos.
Dios
quiere que la gente viva en rectitud:
Si un justo se confía en su propia justicia y
practica la iniquidad, morirá por ello.
Si un impío se arrepiente y practica la
justicia, ciertamente vivirá.
Pero
los hijos del pueblo de Dios dicen:
¡Eso no es justo! (¡No es recto el camino del Señor!).
Dios
responde que el camino de ellos no es
recto.
Finalmente
Dios afirma que juzgará a cada uno según sus caminos (de justicia o de
iniquidad).
Preguntas:
¿Yo también soy un atalaya?
En
Hebreos 13:17 la Palabra dice que los pastores velan por las almas de las
ovejas como quienes han de dar cuenta. Entonces yo, como pastor, también soy un
atalaya.
¿Dios es injusto?
No lo
es. Tiene todo el derecho de aplicar su justicia y darnos muerte a todos los
pecadores. Es justo que condene a los que abandonan la justicia y siguen la
iniquidad. Es justo que decida dar vida a los que se vuelven a Él y siguen la
rectitud en vez de la maldad. Es justo y es misericordioso de su parte. Su
justicia no le obliga a tener misericordia, pero la tiene de pura gracia con
los que se arrepienten y viven para Él.
¿Concuerda este mensaje con el Nuevo
Testamento?
Claro
que si.
Jesús contó la parábola de los obreros de la
viña para aclarar que no corresponde murmurar contra Dios porque Él tiene
misericordia de quien quiere tener misericordia (Mt 20:1-16)
Dios espera que sus hijos vivan en santidad.
No basta un arrepentimiento inicial que no
esté seguido de un cambio de vida. Sin santidad nadie verá al Señor (He 12:14).
Los que hagan la voluntad de Dios son lo que entrarán en su reino (Mt
7:21). El que retiene la Palabra es
salvo, si no lo hace, creyó en vano (1 Co 15:2).
Además, el NT confirma que el justo vivirá
por la fe (Ro 1:17), de modo que no se trata de confiar en la propia justicia
sino de confiar en Cristo y vivir la justicia de Él.
“Por tanto, considera la
bondad y la severidad de Dios:
severidad
hacia los que cayeron y bondad hacia ti.
Pero
si no te mantienes en su bondad,
tú
también serás desgajado”.
Romanos 11:22
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