Al llegar esta mañana al terminal de los buses Bío Bío, en la ciudad de Victoria, una anciana comenzó a dar señales de que algo grave le estaba sucediendo. Su hija (una señora de unos 50 años), gritaba de desesperación temiendo que su mamá se estaba muriendo. Algunos de los presentes intentamos hacer algo para ayudar (atender a la anciana, orar por ella, llamar a la ambulancia, buscar un auto, etc.) pero todo fue infructuoso.
Pocos minutos después llegó la ambulancia y le hicieron reanimación cardiopulmonar, pero ya era tarde.
Todo esto me llevó a pensar dos cosas:
Primero, que si hubiera aprendido antes las técnicas apropiadas para atender a los que sufren un ataque al corazón hubiera podido ser una ayuda efectiva en esta situación.
Segundo, que es cierto que somos frágiles, somos como la hierba del campo que un día crece y otro se seca. Definitivamente, no tenemos control ni de nuestra propia vida.
Como reacción, comenté esta situación esta mañana con mis alumnos de religión, y al llegar a mi casa me dediqué a buscar información sobre la detección de síntomas y tratamiento ante un ataque al corazón.
Con la esperanza de que pueda servir de algo, comparto con ustedes estos dos videos sobre el tema.
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