Tengo dos imágenes acerca de qué es o cómo es una visita pastoral. Una negativa y otra positiva.
LA NEGATIVA:
La visita pastoral es algo pasado de moda. Ahora se espera que los pastores sean más ejecutivos y modernos. No conviene perder tanto tiempo visitando a los hermanos si uno los ve en la iglesia. Mejor comunicarse por teléfono o por internet. Hay gente mal acostumbrada en este sentido: en vez de ir a visitar ellos a otros, esperan que los vayan a ver y se sienten mal con el pastor si no es así. Algunos enseñan que el pastor se debe dedicar a unos pocos discípulos más cercanos y que éstos pastoreen y visiten a los demás. O se puede dar a entender que la definición de un perfil ministerial justifica que uno delegue la visitación en otros para dedicarse a tareas más importantes (como la oración y la predicación). Y si quieren hablar los hermanos a solas con el pastor, que pidan hora con la secretaria de la iglesia.
Personalmente, parte de la cara negativa también se me formó debido a malas experiencias de mi niñez y juventud. Aunque mi familia siempre estuvo vinculada al liderazgo de la iglesia, casi no recuerdo que se nos visitara con fines pastorales. Tristemente puedo decir que abundan mis recuerdos de conversaciones superficiales, simpáticas, o meramente administrativas, de actualidad, interesantes o socialmente agradables del pastor de turno en nuestro hogar, pero que no eran edificantes espiritualmente.
Cuando fui pastor en Iquique no me caractericé por ser un pastor visitador, pero sí recuerdo nítidamente cuál fue el positivo efecto que tuvieron mis visitas pastorales en casos puntuales.
Este año he iniciado una nueva etapa ministerial como pastor en la iglesia Alianza Cristiana y Misionera en Pucón; y me alegra decir que me noto distinto, y reconozco que uno de mis cambios tiene que ver con que estoy descubriendo y experimentando la otra cara de la visitación.
LA POSITIVA:
La visitación es un área ministerial en la que se fomenta y se desarrolla la relación entre el pastor y sus ovejas. Son muchos los creyentes que me han dicho que al ser visitados se sienten pastoreados. Ellos valoran la preocupación personalizada del pastor por sus vidas y familias. La visitación no es una pérdida de tiempo. El tiempo se aprovecha dialogando con privacidad con el hermano. En el hogar (o en otro lugar donde se pueda hacer la visita) se pueden tratar asuntos que no se pueden ventilar en público. En el hogar se puede conocer mejor a la persona y a su familia. No se trata de malcriar a las ovejas; el pastor no tiene para qué esperar que los hermanos falten a las reuniones para decidir ir a visitarlos. El pastor necesita conocer a sus ovejas. Mientras más las conoce, más estará dispuesto a dar su vida por ellas.
EL CAMBIO:
¿Cómo se produjo este cambio? Todo partió cuando el año pasado (cuando no estaba pastoreando una iglesia) pregunté a bastantes cristianos evangélicos que conozco: ¿CUÁNDO TE CONSIDERAS PASTOREADO? En la múltiples respuestas que recogí, hubo muchísimas coincidencias acerca de la necesidad de saberse atendidos espiritualmente de una manera personal y no solo colectiva. Hubo una alta valoración de la visitación a los hogares y oí bastantes testimonios de pastores que marcaron a las personas con sus cuidados abnegados. Me di cuenta que los creyentes fieles también valoran esto, y que yo tenía que cambiar.
UNA OBJECIÓN:
Hace poco comenté sobre este cambio con un hermano que no es parte de nuestra iglesia y él me dijo que los hermanos también valoran que el pastor sea una persona con la que se pueda conversar de cualquier tema. Él recordó que a alguien le pareció mal que cuando un pastor lo fue a visitar, de repente interrumpió la amena conversación, se puso serio y empezó a orar y a leer la Biblia... ¡como si ahí recién comenzara la visita pastoral!
RESPUESTA:
Concuerdo con que los pastores sean personas normales en vez de unos "santulones" que parecieran no vivir en este planeta. También encuentro harto artificial esa visita que evidencia una suerte de "desdoblamiento" del pastor,
pero creo firmemente que es mejor no perder tiempo en conversaciones vanas si bien puedo ser de bendición a mi hermano, ya sea oyéndolo, orando con él, ayudándole a sobrellevar sus cargas, aconsejándolo bíblicamente, compartiendo una Palabra fresca o dándole un resumen de la predicación que no pudo oír debido a que no pudo ir a la iglesia, o llevándole la santa cena si está postrado, o bien orando para que sea divinamente sanado.
Pienso que cuando se llama a un médico o a un gásfiter a la casa se espera que haga su tarea y no que pase largo rato en amena conversación con el dueño de casa. Algo similar se puede esperar del pastor, quien va a entregar su servicio espiritual... y si se puede hablar de la vida cotidiana, bien también, pero esta no es en ese minuto la prioridad.
Nota: Al concluir me gustaría aclarar que estoy hablando de una visita pastoral y no de un encuentro social o entre amigos. Por supuesto que puedes reunirte con tu pastor como amigo, así como puedes hacerlo con el médico o el gásfiter.