Foto recuerdo de nuestra estadía en la Finca Él Renovará.
Este mes, más exactamente el 21 de Octubre, Ruth y yo cumpliremos gracias a Dios, 10 años de matrimonio.
Hace algunos días le conté a mi esposita esta reflexión que ella recibió con mucha emoción:
1ª Escena: Vi en un programa de televisión ("Diagnóstico") un reportaje en que una pareja de jóvenes, con un hijo, deciden separarse con suma facilidad al ver la difícil convivencia que llevaban.
2ª Escena: Me puse en el caso de ellos y descubrí que ante tales problemas yo no me separaría sino que lucharía por la salud de nuestro matrimonio. ¿Por qué? Porque entiendo que tengo un llamado al matrimonio.
La importancia de lo anterior reside en que, por un lado, me doy cuenta que sí tengo un claro llamado en esta área, por lo que de ninguna manera pensaría que sería mejor que otro ocupara mi lugar. Y por otro, pienso que es bueno y sano asimilar este concepto tanto en la gestación como en la mantención de un matrimonio.
Al ordenar estas ideas en esta hora, recordé las palabras de Jesús en Mateo 19:6 que dice
"... lo que Dios juntó, no lo separe el hombre"
¡Claro! Se debe tener claridad acerca de que si estamos casados es porque Dios nos unió... se deber tener seguridad de que somos uno por un llamado de Dios, y esa convicción tiene la fuerza suficiente para llevarnos a luchar en los momentos de adversidad matrimonial.
Anoche, mientras conversaba con Ruth en torno a mi crisis vocacional, recibí una llamada inesperada para invitarnos a dar un tema en una reunión de matrimonios el sábado 23 del presente en la VIII iglesia Alianza de Temuco. Agradezco a Dios y a los hermanos por esta oportunidad, y pienso que me gustaría compartir con ellos sobre lo que he expuesto en este post.
Así sea.
Santiago Castro Leguizamón.
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