Unos días atrás,
llevé a la práctica una idea que tenía pendiente: Entregar personalmente mi
gratitud a algún funcionario del Serviu (Ministerio de Vivienda y Urbanismo) por
todo lo que hicieron como servicio público a favor de nuestra familia.
Hace
algunas semanas, concluyó nuestro proceso de compra de un departamento usado,
financiado con el subsidio habitacional DS1 y con ahorros propios, pero como en
ese tiempo yo estaba en Uruguay, no había podido expresar mi gratitud, como era
mi deseo.
Así fue
como, al pasar frente a las oficinas del Serviu, en Bellavista, Valparaíso, le
pregunté a un funcionario con quién podría hablar para cumplir mi propósito. A
él le llamó la atención mi petición y me pidió que espere mientras le iba a
decir a su jefa.
Su jefa me
escuchó, se alegró de que alguien tenga ese gesto de cortesía y me pidió que
espere otro poco, porque quería contarle la noticia a su jefa (¡a la jefa de la
jefa!).
Poco
después volvió con un joven que se presentó como el periodista del Serviu,
quien me solicitó que le acompañe a un lugar donde improvisó un estudio para
grabar un video en el que yo exprese lo que está en mi corazón.
Eso hice.
Me presenté, conté lo de la compra con subsidio, aclaré que sin esa ayuda no
podríamos haber comprado nuestra vivienda y di gracias a todos los que están
detrás de los múltiples trámites. El periodista me dio las gracias ¡y me dijo
que subiría ese video a las redes sociales del Serviu!
Cuando salí
de ese lugar, pensé que un corazón agradecido puede desencadenar mucha alegría.
Para ellos el efecto fue inesperado (porque es más común que el público se
acerque para presentar quejas que felicitaciones) y para mí fue un motivo de
gozo, al comprobar que sigue teniendo razón la Biblia cuando nos exhorta a ser
agradecidos (Colosenses 3:15).
¡Extra, Extra!
Acabo de visitar la página de Facebook de Serviu Valparaíso... y vi que el 3 de agosto publicaron mi video.