lunes, 8 de agosto de 2016

Te presento a Marce Marisol

Ella es Marce Marisol.

En realidad, su mamá me dijo que se llama Marcela, pero ella prefiere que la llamen Marce Marisol... esa es una pequeña muestra de lo especial que es esta joven, que ayer conocí en la iglesia Alianza Cristiana y Misionera en Freire, Región de la Araucanía.

Fui a predicar sobre Lucas 14, que es un pasaje maravilloso en el que Jesús comparte una parábola sobre una gran cena. La idea es esta: Todos los primeros invitados se excusaron de asistir a dicha cena. En vista de eso, el padre de familia envió a su siervo para que vaya a buscar a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Es decir, que invite a los menospreciados en la sociedad. ¿Por qué? Porque hay lugar en la cena y porque el señor quiere que se llene su casa.

Este pasaje puede tener muchas aplicaciones:

Por una parte, puede aludir al rechazo que los judíos hicieron de Jesús y el evangelio; y al llamado que Dios hizo a los gentiles, quienes eran despreciados por los judíos.

Por otra parte, se puede aplicar a los que en su necio orgullo, rechazan a Jesús, excusándose en lo que valoran como más importante (según la parábola: su hacienda nueva, sus yuntas de bueyes, o su matrimonio); y a los que siendo indignos, aceptan el llamado de Dios a la salvación, por pura gracia.

En tercer lugar, puede aplicarse con el propósito de que comprendamos cuán amados y valiosos son para Dios los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos, es decir, los que usualmente son marginados en la sociedad.

En la Capacitación sobre cómo servir a personas con discapacidades físicas o congnitivas, que recibimos del Ministerio SEMEJANTES, basada en el libro MAS ALLÁ DEL SUFRIMIENTO, fue desarrollada principalmente esta última línea interpretativa, y la verdad es que a mí y a los demás, nos causó gran impacto.

Ahora, ¿qué tiene que ver la chica de la foto con todo esto?
Es que Marce Marisol es una mujer de 33 años que tiene síndrome de Down, cuya presencia se hace notar donde llega. Ayer domingo entró al lugar de culto llena de alegría, saludando a los presentes, despertando sonrisas en los demás, y por supuesto en mí también.

Debido a que desde la capacitación que he recibido estoy más sensible a personas como ella, la saludé y conversé con ella y con su madre. De repente sacó de su parka unos papeles doblados que eran unos abanicos que había hecho ella misma. Otros tenían frío pero ella era feliz con sus abanicos...

Lo mejor de todo fue cuando comenzó el período de alabanzas. Marce Marisol levantaba sus brazos adorando a Dios. A ratos, batía las palmas con buen ritmo, cantaba -con su estilo- las canciones con mucho entusiasmo;  y en general, se percibía que estaba centrada en Dios.

Su adoración me inspiró a adorar al Salvador y Rey de Marce Marisol; y valoré qué significa que para entrar al Reino de Dios tenemos que ser como niños.

Al final del culto, su mamá me dijo que su hija puede estar horas cantando al Señor, en su pieza. No me cabe ni una duda de que sea así.

¿Mi reflexión final?
¡Qué maravilloso que Dios ha declarado que hay lugar en su casa para los que son como esta chica!
Su aporte es tan valioso en el Reino, y me alegro que allá en ACYM Freire la estimen y la consideren entre otras cosas, para participar en obras dramáticas que han presentado.

Es un buen ejemplo, de amor y de inclusión.

Santiago Castro Leguizamón.