sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Puede existir una envidia santa?

Tal vez no sea correcto hablar de "envidia" para describir lo que siente el autor del Salmo 84 (porque la envidia es fuente de muchos males) pero ¿te has fijado con qué pasión escribe?

Salmo 84
 Dios del universo,
¡qué bello es tu templo,
la casa donde vives!
Deseo con toda el alma
estar en los patios de tu templo;
¡me muero por llegar a ellos!
Tú eres el Dios de la vida,
por eso te canto alegre
con todas las fuerzas de mi corazón.
Golondrina con sus polluelos
Mi Dios y rey,
Dios del universo,
cerca de tu altar
gorriones y golondrinas
hallan lugar para sus nidos
y allí ponen a sus polluelos.
¡Qué felices son
los que viven en tu templo!
¡Nunca dejan de alabarte!
¡Qué felices son
los que de ti reciben fuerzas,
y de todo corazón desean
venir hasta tu templo!
Cuando cruzan el valle del Llanto,
lo convierten en manantial;
hasta las lluvias tempranas
cubren el valle con sus bendiciones.
Mientras más avanzan,
más fuerzas tienen,
y cuando llegan a tu templo
te contemplan a ti, el Dios verdadero.
Dios mío, ¡atiéndeme! Dios de Israel,
Dios del universo, ¡escucha mi oración!
Dios y protector nuestro,
muéstranos tu bondad,
pues somos tu pueblo elegido.
10 Prefiero pasar un día en tu templo
que estar mil días lejos de él;
prefiero dedicarme a barrer tu templo
que convivir con los malvados.
11 Señor y Dios nuestro,
tú nos das calor y protección;
nos das honor y gloria.
Tu bondad no tiene medida
para los que siempre hacen lo bueno.
12 Dios del universo,
¡bendice a los que en ti confían!
La situación era la siguiente:
El salmista está lejos del santuario, tabernáculo o templo de Dios, que está situado en Jerusalén.
Anhela con todo su ser, hasta casi desfallecer, estar aunque sea en los patios, y aunque sea por un solo día, en la casa de su Dios (v.9).
En un verso da a entender que quién fuera como las golondrinas que pueden estar cerca del altar (v.3), y en otro que quién fuera como los sacerdotes y los levitas que pueden estar continuamente alabando a Dios en Sión (v.4).
Agrega que quién fuera como los peregrinos que mientras se encaminan a Jerusalén ven renovadas sus fuerzas (v.7) y ven cómo sus lágrimas se convierten en manantiales de vida (v.6).

¿Qué haremos con esta Palabra?
No la tomemos solamente como una bella creación poética. Vayamos más allá y miremos este salmo a través de la cruz de Jesús. Al morir nuestro Señor, se rasgó el velo que separaba el lugar santo del lugar santísimo en el templo, lo que significa que ahora -los que estamos en Cristo- tenemos libre acceso a la presencia de Dios, por los méritos de su amado Hijo.
Entonces, junto con anhelar estar en la presencia de Dios, podemos real y efectivamente ir y estar con Él, puesto que ya están desechas las barreras físicas y personales. Así es, para encontrarnos con Dios ya no necesitamos ir a Jerusalén porque en espíritu y en verdad podemos adorarle en cualquier lugar; y para avanzar más allá del patio de la casa de Dios ya no necesitamos ser levitas ni sacerdotes, porque todos los hijos de Dios ahora somos sacerdotes y podemos ofrecer nuestros sacrificios de alabanza a Él, por medio de Jesucristo.

¿Para qué esperar más? Busquemos a Dios mientras pueda ser hallado.


Comparto contigo esta canción de Danilo Montero,
basada en este Salmo 84.

1 comentario:

  1. Bello salmo. Recuerdo que las veces que he comenzado a leerlos, lo que más he aprendido es a orar. Y, este salmo también me hace pensar en el deseo profundo que solo un nacido de nuevo puede y debe tener por su Dios, y me hace pensar que todo nuestro mayor deseo no está aquí en la tierra sino en la vida venidera con nuestro Dios.

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