lunes, 24 de enero de 2011

¿Cómo se puede evaluar un ministerio?

Al analizar los casos de pastores o misioneros que son trasladados sucesivamente y tras cortos períodos de tiempo de una iglesia a otra, numerosas veces he escuchado decir que sería más sabio que dejen el pastorado porque "más vale un buen hermano que un mal pastor" .


Si esto es cierto, habría que evaluar tales ministerios, pero habría que hacerlo empleando criterios correctos.


Unos usan las estadísticas para medir la calidad de un ministerio (cuantas conversiones y cuantos bautismos se pueden contar en cierto periodo). Mientras más, mejor.


Otros dicen que eso no corresponde hacer, especialmente teniendo en vista contextos misioneros o de difícil acceso al evangelio:

  • Se citan casos por ejemplo de ministerios en contextos de persecución religiosa en que las primeras conversiones se produjeron después de 10 años de trabajo misionero.
  • Se plantea que si se aplicara la frialdad de las estadísticas el ministerio del profeta Jeremías sería un caso de un fracasado, pero está claro que a los ojos de Dios no lo fue.

Personalmente hoy en día no comparto ninguno de esos dos criterios:
  • Descarto el primero porque la presión de los números puede llevar al empleo de técnicas de manipulación y a la distorsión del evangelio a fin de lograr adeptos. Sobran los ejemplos de iglesias medianas o grandes que pierden tantos miembros como los que van ganando.
  • Descarto el segundo porque puede conducir a que en la práctica no se evalúe un ministerio y que por ello se permita que una persona continúe en el ministerio que no debiera estar en él. Asimismo lo descarto porque es fácil que de todas maneras se llegue a buscar números a medida que pasa el tiempo.
¿Qué alternativa puede haber?


Estudiando la Biblia encontré que para evaluar un ministerio se puede emplear los siguientes criterios:

  1. Examinar el carácter de la persona, teniendo en vista pasajes como 1 Timoteo 3:1-7. Quien se aleje de estos estándares quedaría descalificado para ejercer el ministerio.
  2. Analizar los frutos o el resultado del ministerio.  En Mateo 7:16 podemos leer que Jesús declaró "por sus frutos los conoceréis".  De esta manera podemos distinguir entre los verdaderos y los falsos. "Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos" (Mt 7:17).  Por citar el mismo ejemplo de Jeremías, sus principales frutos fueron todas las profecías que recibió de Dios y que fueron cumplidas. Cfr. Jer 25:11 con Dn 9:2.
  3. El propio Jesús precisa el criterio anterior al decir: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.    Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad" (Mateo 7:21-23). Entonces no bastan las meras palabras ni ciertos frutos aparentes sino que lo importante es hacer la voluntad de Dios.
En conclusión, creo que no corresponde basar una evaluación según el número de nuevos miembros en una iglesia ni corresponde postergar la evaluación por no querer incurrir en presiones indebidas, Pero sí corresponde ir evaluando la marcha del ministerio así como la persona del ministro, según su carácter y sus frutos, y para esto se puede indagar acerca de si el ministro está lleno del Espíritu Santo, si es un hombre de oración o no, si mantiene viva su relación con Dios, si se deleita en Cristo y en su Palabra, si se nota que Dios está obrando en su vida y en la vida de quienes son bendecidos a través de él. En el caso del apóstol Pablo, él menciona que no necesita de cartas de recomendación (o de algún currículum, podría decirse) puesto que sus cartas son las propias vidas cambiadas de los creyentes corintios (2 Co 3: 1-3).  En efecto, sean pocos o sean muchos esas vidas cambiadas indican que la iglesia está viva y que el ministerio está teniendo frutos.

1 comentario:

  1. Muy bueno!!. Me encantó.
    Personalmente no me gusta el sistema de la Alianza en este sentido, y no por eso dejo de estar profundamente agradecida con esta denominación que me acoge hasta hoy. Pero creo que eso de cambiar y movilizar tanto de allá para acá a sus misioneros en muchos casos solo por las estadísticas de bautismos en un año, por ejemplo, eso no lo comparto en lo absoluto, no es lo que veo en la Palabra de Dios. Quizás el hecho de manejar todo esto bajo la presión de las arcas es lo que hace caer en que todo se trate tan solo de estadísticas, y no dejar y dar el espacio debido de suficiente tiempo para que un ministro y ministerio se afianze y desarrollé. Y claro el punto crucial es tratar con la iglesia local, por ejemplo, en el caso de la plantación de iglesias, donde hay que ver indudablemente las propias vidas cambiadas de los creyentes. De verdad, no sé qué es más importante y grandioso q esto último.
    Saludos,

    Nora

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