lunes, 11 de octubre de 2010

Quebrantamiento y esperanza

QUEBRANTAMIENTO
El año 2.000 participé como alumno en una Escuela de Consejería Cristiana en el Cencami
(Centro de Capacitación Misionera), allá en Laguna Verde, Valparaíso
.

En dicha Escuela se hizo bastante énfasis en la necesidad de estar quebrantado
delante de Dios.

Por más que busqué eso, nunca lo experimenté en ese entonces, pero sin buscarlo, en estos dos últimos años he experimentado un profundo quebrantamiento en todas o por lo menos en muchas áreas de mi vida.

Por ejemplo, con dolor he llegado a reconocer que no soy competente como pastor, como profesor, como marido, como padre, como líder, como ciudadano y como cristiano en general.

Me he declarado incompetente, incapaz, ineficiente, no apto, falto, débil o fracasado en todas y en cada una de esas facetas.

Si antes me consideraba bueno en algo o para algo, he llegado a dudarlo y más que dudarlo. Ya me di cuenta que no soy apto ni en lo que me creía más fuerte.

He sufrido con todo esto. Sin ir más lejos, a mediados de esta semana, gemía y gritaba ante Dios en oración frente a tanta incertidumbre.

Buscando en la Biblia, me vienen a la superficie al menos dos citas:

Las palabras de Jesús que dice "separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5).

Y las palabras de Pablo que dice "no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios" (2 Corintios 3:5).

Podría decir que hace años conozco esos textos bíblicos, pero hoy más que nunca me hacen sentido.

ESPERANZA

Sencillamente hay cosas que no comprendo. No entiendo cómo puede ser que en una misma semana dude firmemente sobre mi vocación de pastor y de maestro, y que en los días siguientes sueñe proyectándome como profesor básico y como pastor.

La anterior es la descripción de esta misma semana: empecé muy mal pero terminé muy bien.

Me explico:

El cambio esperanzador lo empecé a vivir el sábado durante una jornada de capacitación en el área de las matemáticas. En resumen, me deleité soñando con la posibilidad de enseñar a desarrollar el pensamiento matemático en los niños. Y continué viviendo esa sensación esperanzadora al tener la bendición de poder predicar la Palabra en dos ocasiones en este día (en las iglesias ACyM Villa El Salitre y ACyM Villa Los Sauces).

¿Qué puedo concluir ante todo esto?
No estoy listo para las conclusiones, pero tengo la sospecha de que la crisis vocacional gracias a Dios se está dilucidando. Alabado sea Él.

3 comentarios:

  1. Sabtiago, me identifico plenamente con tus palabras. Siento que estoy pasando por un proceso similar. Me siento absolutamente fracasada en todas las áreas de mi vida, lo que me ha tenido con un dolor interno intenso. Lo único que le da sentido a todo esto, es la esperanza que Dios está obrando en mi vida de una manera misteriosa que en algún momento El, en su soberanía me revelará.

    ResponderEliminar
  2. Maritza. He pensado que este es un mal año, tal vez el peor de mi vida, pero no pierdo la esperanza de que Dios manifieste su propósito con toda esta confusión y desconcierto. Sigamos dependiendo del Señor.

    ResponderEliminar
  3. Así es. En tiempos como estos es cuando realmente tienen sentido las palabras como "a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que el sea el primogénito entre muchos hermanos."
    Que Dios nos dé fuerza para sobrellevar este tiempo de trato de Dios con nosotros. Bendiciones.

    ResponderEliminar